Ninis y empleo informal, los retos laborales de Panamá y América Latina

Ninis y empleo informal, los retos laborales de Panamá y América Latina

El último informe laboral del Banco Mundial revela un panorama preocupante para la juventud en América Latina y el Caribe. Casi uno de cada cinco jóvenes de la región pertenece a la categoría de “ninis”, es decir, aquellos que ni estudian ni trabajan.

Esta cifra, equivalente a alrededor del 20% de la población joven, refleja un rezago en la acumulación de habilidades y limita las oportunidades de desarrollo en un mercado laboral cada vez más competitivo.

A nivel global, la tasa de ninis alcanza el 20.4%, lo que coloca a América Latina apenas por debajo de este promedio, pero muy por encima de los países de ingresos altos, donde la proporción es del 10.4%.

En contraste, las naciones con ingresos medianos altos mantienen un 16.6%, lo que evidencia que la región enfrenta un reto estructural mayor que sus pares en términos de inclusión juvenil.

Realidad panameña

En Panamá, las cifras del Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral (Mitradel) reflejan una situación todavía más crítica: la población de ninis aumentó 5.8% entre agosto de 2023 y octubre de 2024, al pasar de 238,851 a 252,894 jóvenes.

De ese total, casi dos tercios son mujeres (64%), y el porcentaje de jóvenes entre 15 y 29 años que no estudian ni trabajan pasó de 23% a 25% en apenas un año, lo que confirma que uno de cada cuatro jóvenes panameños enfrenta este problema.

El problema regional se agrava al considerar que gran parte de los empleos que se generan en América Latina son informales. Según el Banco Mundial, en 2024 la tasa de informalidad alcanzó el 42.1% en la región, con países como Perú y Bolivia superando el 60%.

Panamá no escapa a esta realidad: cerca del 50% de la población económicamente activa se desempeña en la informalidad, lo que significa que millones de trabajadores carecen de acceso a crédito, seguridad social, jubilación y beneficios básicos de protección.

La informalidad tiene un impacto directo en la calidad de vida y en la capacidad de los gobiernos para recaudar impuestos y financiar políticas sociales.

Además, refleja la brecha entre el crecimiento del empleo y la productividad. Aunque la región ha generado alrededor de 27 millones de nuevos puestos entre 2016 y 2024, gran parte de ellos no ofrece condiciones formales ni estabilidad, lo que limita las posibilidades de movilidad social.

En cuanto al empleo juvenil, si bien las tasas de desempleo bajaron más de cinco puntos porcentuales desde 2016, la tasa aún ronda el 14% en 2024, más del doble del desempleo general.

Esto refleja que, aunque más jóvenes están ocupados, no necesariamente lo están en condiciones óptimas o en sectores de alto crecimiento.

Menor dinamismo

Las proyecciones para 2025 apuntan a un escenario menos dinámico. El Banco Mundial estima que la creación de empleo en la región pasará de un crecimiento interanual de 2% en 2024 a 1.6% en 2025, mientras que los ingresos laborales crecerán apenas un 1.5%, muy por debajo de los niveles registrados en la pospandemia.

Esto confirma que América Latina sigue siendo la región de menor crecimiento económico en el mundo, con retos estructurales persistentes.

A estos desafíos se suman factores emergentes, como el impacto de la inteligencia artificial generativa, que podría automatizar entre el 2% y 5% de los empleos actuales en la región. Al mismo tiempo, la falta de infraestructura digital limita el potencial de hasta 17 millones de trabajos que podrían beneficiarse de la transformación tecnológica.

Frente a este panorama, los expertos insisten en la urgencia de políticas que impulsen la formalización, la educación de calidad y la generación de empleos sostenibles en sectores estratégicos como agroindustria, turismo y servicios digitales.

 

CATEGORÍAS
TAGS
Compartir Esto

COMENTARIOS

Wordpress (0)
Disqus ( )