9 de enero de 1964: Mi ubicación y recuerdos

9 de enero de 1964: Mi ubicación y recuerdos

Enrique Pesántez J.
pesantez@gmail.com

Fue un jueves, y me encontraba en la residencia de la familia Esquivel. Una de sus hijas estaba con nosotros en 6to año de la Escuela Profesional Isabel Herrera Obaldia. Para ese fin de semana, nuestro profesor de Contabilidad nos había asignado un proyecto en equipo. Yo formaba parte de ese grupo.

El apartamento de esta familia quedaba al lado de la conocida Librería Preciado, ubicada en la esquina final de la Ave Central, entrando al Parque de la Independencia. A mano derecha, el edificio que estaba justo al lado era parte de las ruinas del Convento de los Jesuitas.

Ese jueves parecía un día normal. Todos estábamos dedicados a desentrañar los intrincados detalles de la empresa para la cual debíamos presentar los Estados Financieros. Alrededor de las 4:00 pm, estábamos en la recta final cuando alguien de la familia llamó por teléfono para informar sobre una manifestación.

Centenares de estudiantes del Instituto Nacional y de otros colegios, así como civiles, se estaban enfrentando no solo a la policía, sino también al ejército de los Estados Unidos. Estaban usando tanquetas y disparando con armas de alto calibre hacia la población. La noticia trágica llegó: nuestro compañero de clases, Ascanio Arosemena, miembro de la Cruz Roja de nuestro colegio, recibió un disparo en la espalda mientras socorría a otro estudiante.

Al escuchar la noticia, decidí ir a ver lo que estaba ocurriendo. Me despedí del grupo, bajé la empinada escalera y corrí hacia la zona de conflicto. Allí, me enteré de lo sucedido. Algunos estudiantes fueron a izar nuestra bandera al lado de la estadounidense en el Balboa High School. Las autoridades de la Zona del Canal habían autorizado a un número reducido de estudiantes izar nuestro pabellón nacional. Sin embargo, Zonians, estudiantes y padres de familia, les cayeron encima, rompieron nuestra bandera y tuvieron que retirarse. Pero regresaron con refuerzos, desencadenando una noche de violencia.

Fue una larga noche. Me coloqué detrás de un muro de piedra que bordeaba la Asamblea Nacional, aplicando betún negro en el rostro de jóvenes que intentaban lanzar bombas molotov. La rabia del momento llevó a la muerte de personas que prefirieron arriesgar sus vidas antes que seguir siendo pisoteados por la maquinaria de guerra.

La mejor noticia llegó al día siguiente: el Presidente Chiari rompía relaciones diplomáticas con los Estados Unidos y armaba misiones para buscar apoyo en la región. Esto llevó al tratado Torrijos & Carter y la devolución de la franja de tierra a Panamá, marcando el fin de la presencia militar estadounidense.

Fue una bendición salir con vida de allí. Lo más impactante fue el acto de despedida de nuestro compañero Ascanio Arosemena en la biblioteca del colegio, cuando al sacar el ataúd, cargado por compañeros, todos cantaban el himno del colegio. Fue una experiencia, una vivencia, un sentimiento de amor a la patria que llevaré conmigo toda la vida.

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